El pequeño Smart, una especie de "chiche" premium que suele despertar simpatía y curiosidad, desembarcó en octubre de 2010 en la Argentina y desde enero no paró de venderse. Pensado para ciudades colapsadas por el tránsito, surgió de una alianza entre la fábrica de relojes Swatch y Mercedes-Benz (de donde obtuvo las dos primeras letras de su nombre), pero hace unos años pasó a integrar el Grupo Daimler.
Su reducido tamaño no es cuestión estética, sino que responde a todo un concepto: el de "city car", un auto cuyas pequeñas dimensiones (1,55 x 2,69 metros) le permiten sortear el tráfico urbano con gran agilidad y aprovechar los espacios más angostos para estacionar. Pero además, su aspecto "de juguete" le da una ventaja psicológica sobre quien piense en comprarlo: en la concesionaria Autolíder, la única que comercializa el vehículo, explicaron que "los autos premium grandes suelen generar admiración y envidia entre la gente, pero el pequeño Smart, en cambio, provoca simpatía y ternura".
Quizás a estos dos factores deba el Smart su gran aceptación en el mercado local: durante 2011 se adjudicaron unas 330 unidades (con un crecimiento mensual del 9%) y se proyecta llegar a las 700 a fin de año. Además, a tres días de su lanzamiento oficial ya se habían reservado unas 20 unidades.
La decisión de traerlo a la Argentina, explicó el presidente de Autolíder, José Janeiro Figueroa, fue porque "se comprobó que en las grandes ciudades, como Capital Federal, un auto pasa el 90% del tiempo parado y durante el 10% restante sólo transporta a 1,2 personas".
Y por esta utilidad específica como "city car", agregó, el Smart no compite contra otros dos modelos pequeños: el Mini Cooper, que "está concebido como auto deportivo" y el Fiat 500, que "apunta a algo retro, a un modelo aggiornado de hace 50 años que no está pensado para las ciudades actuales".
Clientes top
El 70% de los compradores del Smart son ABC1, tienen entre 45 y 55 años y usan el auto como segundo o tercer vehículo para movilizarse en lugares de tránsito congestionado o viajar de provincia a Capital en horas pico.
Una de las compradoras, Carolina Ruiz, que trabaja en el sector de la construcción, contó que el auto le permite "ir y venir cómodamente desde Capital a San Isidro varias veces al día" y "estacionar sin ningún problema".
Por su nivel de ingresos, los compradores no tienen dificultades para pagar el alto precio del Smart: US$24.900 en la versión con techo rígido (Coupé) y US$26.900 en la convertible (Cabrió). En Europa, el auto tampoco es económico: la gama arranca en los US$14.000 y tiene un nivel de equipamiento inferior al local.
Sobre las quejas que motivaron estos altos valores, Janeiro Figueroa las atribuyó a que "cuando se piensa en un auto chico y urbano, automáticamente se lo asocia con algo económico". Pero el error, afirmó, "es comparar el Smart con un auto más grande porque apunta a un nuevo concepto: no el de adquirir un vehículo por su tamaño o peso, sino por sus prestaciones".
Alto equipamiento
Precisamente, el alto precio de este autito urbano viene de su alto nivel de equipamiento, prestaciones, consumo, seguridad y diseño. En la parte mecánica, tiene un motor turbo de 84 caballos de fuerza (que permite acelerar a 100 km/h en 10 segundos) y caja automatizada (además de una función kick-down que baja de a dos cambios).
Sobre las prestaciones, tiene una pantalla táctil para diversas operaciones (ver fotos, escuchar DVD o radio, etcétera) y sistema de navegación GPS (aunque el mapeo local aún no está listo). A esto se agrega, explicó Ruiz, "una computadora que muestra información útil, como la presión de los neumáticos o si la temperatura externa es muy baja y hay peligro de escarcha".
Además, explicó Janeiro Figueroa, los propios usuarios le descubren nuevas prestaciones al auto. Una es sobre seguridad: "Como es chico, la probabilidad de ser secuestrado se reduce porque estos delitos suelen ser cometidos por al menos dos personas". Y, también, "muchos padres les compran estos vehículos a sus hijos porque evitan que entren cuatro o cinco adolescentes y anden acelerando".
Otra faceta importante del cochecito es el ahorro de combustible: gasta apenas 4,9 litros cada 100 kilómetros. La diferencia con otros vehículos la explica Ruiz: "Con una camioneta con tanque de 65 litros hago 500 kilómetros, mientras que con los 38 litros del Smart llego a 600 km.". Y también es muy importante el concepto de seguridad, en un auto cuyo corazón es la "célula Tridión" (una "jaula" de acero indeformable que resiste cualquier impacto) y que tiene seis airbags y butacas con chapas de acero en el respaldo.
Los usuarios también destacan el diseño, principalmente del espacio interno: por ejemplo, la periodista y conductora del noticiero de América TV, Mónica Gutiérrez, aseguró que "es espacioso, incluso para personas altas". Además, resaltan la insonorización, el techo con vista panorámica y que la carrocería tiene paneles plásticos que absorben los impactos, no se pueden rayar y son removibles (algo que permite ahorrar en chapista y hasta armarse un auto con diferentes colores).
El Smart tiene algunas cosas que pueden ser molestas hasta no acostumbrarse: los pedales (no hay embrague y, como el freno está enganchado al piso, se debe frenar levantando el pie), la caja automatizada (el paso de las marchas en modo automático produce "baches" en la tracción), la falta de rueda de auxilio y sacudones en calles irregulares.
Y además, muchos usuarios lamentan que no haya prosperado la gestión de Autolíder para que, como ocurre en Europa, se pueda estacionar el coche a 90 grados. Janeiro Figueroa explicó que, aunque no hay ninguna norma porteña que impida esto (siempre que no se supere determinada medida), la iniciativa no avanzó "porque aún falta mucha cultura cívica y podría ocurrir que otros vehículos estacionen bien pegados y bloqueen las puertas".
Gestoria del Automotor
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